lunes, 6 de febrero de 2012

Un buen despertar

Algunos ya conocéis a mis adorados vecinos. Para los que no tengáis el gusto os los presento: son 10 adolescentes viviendo en régimen de acogida, hasta que alcancen la mayoría de edad y custodiados por dos adultos.
Últimamente estoy encantada con ellos, se comportan como nunca pensé que llegarían a hacerlo. La verdad es que los comienzos fueron durísimos pero, hoy por hoy, son unos residentes de lo mejor.
El edificio en el que habitamos es antiquísimo, de principios del siglo pasado, olvídate pues de materiales aislantes, forjados insonorizados y demás ñoñerías.
Uno de los chicos, concretamente el que duerme en la habitación que está justo debajo de la mía, tiene problemas para levantarse. Odia madrugar y hay que insistir bastante para lograr que llegue a tiempo al cole; esto puede incluir voces demasiado altas, repiqueteo de nudillos en la puerta de su alcoba, palabras malsonantes, etcétera. Todo vale con tal de que se desperece pronto.
¿Por qué os cuento esto? Por dos cosas:
PRIMERA._ Que mi primo Álvaro ha sido padre hace muy poco y me envía fotos de su retoño recién levantado en el que aparece con una sonrisa que no le cabe en la cara.
Y SEGUNDA._ Que mi amiga Rosa me ha remitido un video hecho a medida para resumir todo esto.
¡Cuánto nos queda aún por aprender de los niños!
 


 

1 comentario:

Abulensito dijo...

Que no le cabe en la cara es decir poco .... Besos desde Siberia