jueves, 20 de septiembre de 2012

Escatología

No se puede ir en busca de la felicidad plena y repudiar el asunto que hoy nos concierne. Es así.
Por sucio, vergonzoso, hediondo e indecoroso que nos resulte el acto de defecar, no deja de ser motivo de regocijo y alegría cuando se lleva a cabo de manera rutinaria.
Eso de que te funcionen bien los intestinos no se paga con dinero. ¿No me creéis? Preguntadle a una persona mayor y comprobad como la acción y el efecto de excretar ocupa gran parte de sus pensamientos y conversaciones.
Diálogos del tipo:
_ ¿Has podido ir hoy al baño?
_ Si.
_ ¡Jo, que suerte! (Léase con cierto tono de envidia)
Son de lo más típico y ponen de manifiesto el grado de importancia que se le otorga al tema.
Otra pista, del interés que despierta esto, podemos encontrarla en el montón de sinónimos que se manejan para referirnos a lo mismo.
Algunos son políticamente correctos, finos, educados, técnicos y hacen alarde de mucha prosopopeya. Otros ni siquiera están reconocidos por la Real Academia de la Lengua y se les considera vulgares, populares, barriobajeros, pero no por ello dejan de utilizarse, sobre todo cuando hacemos mofa del acto.     
Esta es una pequeña muestra: cagar, hacer de vientre, o de cuerpo, jiñar, evacuar, expeler, plantar un pino…
Sea cual sea tu término preferido lo fundamental es que lo ejercites una vez al día.
Si estamos convencidos de que todo lo que nos proporcione bienestar hemos de adoptarlo como hábito, entonces no queda más remedio que ingerir fibra en cantidad.
Buen provecho y feliz deposición.

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