El comienzo del nuevo curso académico trae consigo un montón de gestos rutinarios y familiares que ya ni nos sorprenden: niñas con las faldas remangadas, niños con los calcetines bajados, libros forrados con las fotos de los músicos del momento… y a cierta hora del día las salidas de los colegios atestadas de abuelos, madres, niñeras... Pues ayer vi, en una de esas puertas, a un orgulloso y felicísimo padre en silla de ruedas que iba a buscar a su hija pequeña a la escuela. La llevaba sentada en sus rodillas, este hecho facilitaba la conversación y los besos, puesto que sus cabezas quedaban a la misma altura. Sacaron así provecho de una desdicha. Todo inconveniente tiene al menos un pro, nuestro trabajo consiste en encontrarlo y disfrutar de él.
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