miércoles, 31 de octubre de 2012

Terapias

Hoy empiezo mi entrada con unas cifras abrumadoras. En el 2010 se vendieron en España treinta y cuatro millones de antidepresivos y cincuenta y tres millones de tranquilizantes. Desgraciadamente estos datos ascienden cada año en progresión geométrica.
Poner fin a la ingesta de tanto fármaco pasa por modificar nuestra manera de pensar.
Pertenecemos a una generación en la que el esfuerzo se valora muy poco. Con lo cual, si existe una pastilla para adelgazar 13 kilos en 13 días, sin pasar hambre: la tomamos. Si existe una pastilla para aprender a hablar inglés como un nativo, en 2 semanas: la tomamos. Si existe una pastilla para hacer las tareas domésticas “en cero coma” y sin sudar ni una gota: la tomamos.
¿Qué conseguimos realmente con todo esto? Pues, cuando comprobamos que no obtenemos los resultados deseados, generamos un sentimiento de frustración que nos perjudica mucho.
Sólo enfrentándonos a nuestros problemas, desafiando al miedo, ahondando en el origen de la tristeza, siendo sinceros con nosotros mismos… podremos eliminar lo que nos impide ser felices. Hay que currárselo, ya os lo advierto, pero el resultado merece la pena.

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