jueves, 15 de noviembre de 2012

Un nuevo reto

Sé que, una vez leído este texto, añadiréis uno o dos grados más a mi actual nivel de rareza. No importa. Me apetece contároslo igual.
Todo lo que implique comunicarse con los demás por escrito se me da bien, pero si tengo que hablar cara a cara, lo hago fatal.
Siendo consciente de ello, e intentando poner remedio a tamaño problema, me he comprado un libro con 50 ejercicios prácticos que prometen mejorar mi relación con el mundo. He llegado al número 19: “La distancia de cortesía” o lo que yo llamo: “espacio vital” y he hallado uno de mis puntos débiles.
Cuando dialogamos con alguien es necesario establecer una separación entre los interlocutores que nos permita sentirnos cómodos. Visto desde fuera parece como si bailásemos, unos se adelantan, otros retroceden, al final cada uno encuentra su sitio ideal y todo se vuelve más fácil.
Depende de la confianza que me den las personas con las que charlo pero, en general, tiendo a alejarme de los demás. Todo esto va en detrimento de la calidad de la conversación y de la afinidad.
Una vez identificado el error, sólo me queda solucionarlo. Acercaos a mí y comprobad que no huyo.

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