lunes, 19 de marzo de 2012

Para todos los padrazos del mundo

Cuando un chico va a ser padre, ya sea por primera vez o por séptima, invariablemente: se pone nervioso. Empieza a pensar que no está preparado, que no sabe si va a saber hacerlo bien; le entran dudas sobre su capacidad para bañar al retoño, prepararle el biberón, llevarle al colegio adecuado, ser consentidor y permisivo o estricto y disciplinado, si el último curso de carrera lo enviará a estudiar al extranjero...
Y a pesar de ir superando pruebas a medida que pasa el tiempo, nunca se acaba su incertidumbre.
Bueno, pues voy a aprovechar, que es hoy el día que es, para aclarárselo a todos un poquito. (Y al mío en particular, más que a cualquiera)
Preguntéis a quien preguntéis cada uno de nosotros os dirá: “Mi papá es el mejor papá del mundo”.
No hay ninguno que estuviese dispuesto a cambiar al suyo por el de otro. Jamás. (Yo en particular, menos que nadie).
Porque ¿cómo obviar la abundante cantidad de anécdotas, vivencias, situaciones, que hemos compartido y que han ayudado a forjar el orgullo que sentimos de ser hijos vuestros? Imposible.
Así que descansad, relajaos, lo estáis haciendo fenomenal.
Os deseamos muchas felicidades y que disfrutéis de la colonia, los bombones, la corbata, el pisapapeles hecho con una piedra pintada…
Pero por encima de todo regocijaos con nuestro reconocimiento, nuestro agradecimiento y nuestro eterno amor.

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