sábado, 17 de marzo de 2012

Tu casa

El sitio donde vivimos es el lugar más cómodo, confortable y seguro del mundo. En él nos encontramos fenomenal, estamos relajados y a gusto. Podemos poner los pies sobre la mesa, andar descalzos, beber la leche directamente de la botella…realizar todas esas cosas que nos hacen sentir bien y que en otra casa no podemos llevar a cabo por más confianza que tengamos.
Pero ¿cuándo notamos que ese espacio que habitamos es realmente nuestro? El arquitecto puertorriqueño Héctor Ruiz-Velázquez lo define así: “Si nos limita el movimiento, una casa no se puede sentir como propia. Si no te mueves con facilidad y naturalidad es como algo prestado, porque un espacio sólo lo hacemos nuestro cuando lo recorremos por medio del movimiento”.
Yo también lo percibo así. Por eso, cada noche, al lograr salvar a oscuras el camino que separa mi sofá de mi cama, ponerme el pijama a tientas y acurrucarme entre las sábanas, sumida en una semiinconsciencia noto que este es mi hogar.

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