viernes, 6 de abril de 2012

Energía

Soy una “rapidilla”; lo sé; me gusta así. Me pasa desde pequeña. Vivíamos en una casa con un pasillo que medía 10 metros lineales. Cuando sonaba el teléfono o llamaban a la puerta salía como un cohete, durante mi carrera mi padre me iba diciendo: _ “No cooorras”.
Prefiero estar muy ocupada que sin nada que hacer. Lo de no tener tarea me aburre y me aletarga. Trabajo mejor bajo presión. Un poco de estrés me estimula.
Cuando pertenecía al sector de la construcción y teníamos que acabar un proyecto en tiempo record ahí estaba yo, con la motivación necesaria, dando el máximo de mí para entregarlo en el plazo previsto. Caminaba por la oficina como Fernando Alonso conduce por la pista. Mis compañeros llegaron a plantearse instalar semáforos en el estudio para evitar choques. Y más de una vez me cantaron: _ “No cooorras”.
Después, (cosas de la crisis), empecé a trabajar en hostelería y la sensación se multiplicó, esto sí es aquí y ahora. Todos los clientes llegan a la vez, todos esperan ser atendidos con diligencia y premura, pero ninguno desea que le transmitas tu tensión o tu prisa, así que has de procurar no exteriorizar tus sentimientos. Yo, después de casi tres años, aún lo hago fatal. Y el Martes pasado un asiduo me entonó: _ “No cooorras”. 

1 comentario:

Amaya dijo...

Me acuerdo perfectamente de tus carreritas, sobretodo cuando estabamos en "el 4º" y oiamos las llaves JIJIJIJ...cuando me daba cuenta estaba hablando sola y se oian tus pasos por el pasillo hasta tu despacho, y yo sola ante el "PELIGR0"...que buenos tiempos aquellos...los años hacen que las cosas malas se olviden y solo nos acordamos de lo bueno... ES GENIAL