jueves, 5 de abril de 2012

Menos mal que accedí

Hace poco un cliente me dejó un libro, “Stoner” de John Williams.
Al principio yo no quería aceptar su préstamo pero una vez dinamitada mi reticencia lo leí.
Cuando terminé le agradecí su esfuerzo y su insistencia porque me encantó.
Es una historia, en apariencia, muy simple; escrita de manera magistral y adictiva. Saqué conclusiones y conceptos tan bonitos como el texto que os traigo a continuación. Es extraño compartir e identificarse tanto con una idea que ha escrito otro que no te conoce y tener la impresión de que está hablando de ti.
“En su año 43 de vida, William Stoner aprendió lo que otros, mucho más jóvenes, habían aprendido antes que él: que la persona que uno ama al principio no es la persona que uno ama al final, y que el amor no es un fin sino un proceso a través del cual una persona intenta conocer a otra.
Ambos eran muy tímidos y se fueron conociendo despacio, a tientas; se acercaban y se separaban, se tocaban y se retiraban, sin que ninguno quisiera imponer al otro más de lo que le fuese grato. Día a día caían las capas de reserva que los protegían, por lo que finalmente fueron como son los extraordinariamente tímidos: cada uno abierto al otro, sin protección, perfectamente cómodos y sin conciencia de sí mismos.”

No hay comentarios: