sábado, 14 de abril de 2012

Vivir

El tema no es mío. Me lo ha inspirado un amigo. Voy a tomarlo prestado para la entrada de hoy.
Jonathan Swift, escritor irlandés, autor de Los viajes de Gulliver dijo en una ocasión: _“Ojalá vivas todos los días de tu vida”.
Yo digo: _ “Ojalá, pero que difícil”. Porque muchas veces los años discurren sin que nos demos cuenta. Las obligaciones, las preocupaciones, la incertidumbre, nos impiden apreciar el valor de los pequeños momentos.
Y es que VIVIR, así, con mayúsculas, implica algo más que la definición que nos da el diccionario de La Real Academia de la Lengua Española en su primera acepción, que dice así: Tener vida.
VIVIR, así, con mayúsculas, implica: sentir cada cosa, buena o mala, al cien por cien; ser consciente de todo lo que nos pasa, bueno o malo, minuto a minuto; disfrutar o sufrir por lo que nos acontece, sin medida.
Y eso, queramos o no: agota.
He comprobado, alguna vez, que las personas mayores experimentan los sucesos con menos intensidad que las jóvenes; como si el paso del tiempo diluyese nuestras sensaciones. Es normal, uno ha de serenarse en algún momento, alcanzar calma y sosegarse, estar en paz. Al fin y al cabo ¿no se basa en eso el principio de la felicidad que persiguen los budistas? Y millones de hindúes no van a estar equivocados.
Así que sí, vivir la plenitud de cada acto, por sencillo que sea, nos hará dichosos; pero tranquilitos ¿eh?      

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