domingo, 6 de mayo de 2012

El día de la madre

Que entrada más difícil. Hablar del amor que le tengo a mi madre. Es imposible expresar aquí todo lo que la quiero, lo que la necesito, lo que la debo y lo que la tengo que agradecer. Voy a intentarlo aunque sea de forma escueta y somera.
Recuerdo que en clase de filosofía nos obligaron a leer un libro de Erich Fromm titulado El arte de amar. Yo tenía 16 años y la ingenuidad me hizo creer que estaba ante una novela rosa, llena de desamores, pasiones ardientes, romanticismo, todo al más puro estilo Corín Tellado. Pero a medida que avanzaba en su lectura iba sintiéndome más defraudada, más engañada y más desilusionada. Ni que decir tiene que no me gustó lo más mínimo. Aún así, una idea sobrevivió en mi cabeza todos estos años, salió del capítulo 2, El amor entre padres e hijos y dice así: “El amor de la madre es incondicional”.
Lo he comprobado tantas veces. Es algo tan hermoso ser consciente de ello. A mí me llena de alegría saber que pase lo que pase, haga lo que haga, diga lo que diga o piense lo que piense, mi madre estará ahí para apoyarme y quererme siempre. Por ser quien soy. Por ser como soy. A pesar de ser como soy. Gracias mamá. Espero estar a la altura y poder demostrarte que es recíproco.

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