sábado, 7 de julio de 2012

Centristas

Cuando tenía 18 años puse a mi padre en un brete, pidiéndole que buscase una palabra para definirme, aceptó y salió muy bien parado.
Tardó dos días en darme una respuesta y la que encontró me describía a la perfección, me sorprendió muchísimo porque,
primero: ignoraba que me conociese tanto y
segundo: ni yo misma hubiese podido hacerlo mejor.
La palabra en cuestión fue: radical.
Para mí el mundo era blanco o negro, bueno o malo, todo o nada, si o no.
Me lo dijo como si eso no fuese un comportamiento ideal, pero yo me sentí contenta y satisfecha; que en la época rebelde, tu propio padre, te tachase de extremista era algo que molaba mucho.
Con el tiempo aprendí que en el término medio está la virtud, que existe el gris, que entre el bien y el mal hay miles de matices, que puedes tener un poco de algo, y que “quizá” también es una opción. Aprender lo aprendí, ahora sólo me queda ponerlo en práctica.

No hay comentarios: