viernes, 24 de agosto de 2012

Ideas mutantes

Pensad en Monet y en su serie de cuadros: La catedral de Roven.
En todos y cada uno de ellos aparece la misma imagen, pero sorprendentemente ninguno es igual entre sí. Las luces, las sombras, el colorido…, supeditados a la hora del día que se pretende representar.
Siempre que escribo una opinión personal me vienen esas pinturas a la cabeza. Hoy, aquí y ahora, creo esto. Dentro de un tiempo puedo ver las cosas de otra manera y tratar el tema de forma distinta.
La segunda escena que acude a mí, en esos instantes, es el momento en el que nos enseñaban a debatir en el colegio. A veces, la profesora te colocaba en el bando opuesto y te forzaba a defender una postura contraria a la tuya. Era un ejercicio estupendo para ponerte en el lugar del otro, reconsiderar el tuyo, reafirmar tu posición o adoptar la antagónica y convertirla en propia. Siempre valoré esta práctica como un modo de multiplicar el grado de tolerancia de cada uno. Entender que los demás piensen de diferente manera y aceptar que hay muchos puntos de vista te hace respetuoso, transigente y comprensivo, cualidades que anhelo tener algún día.  

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