jueves, 23 de agosto de 2012

Tu momento

A lo largo de mi vida he asistido a un montón de eucaristías. Al principio, una cada Domingo y fiestas de guardar. Luego, en el colegio, hubo que añadir otra cada Martes y los Viernes del mes de Mayo. Algún bautizo, alguna boda, algún funeral.
Para los que nunca hayáis celebrado ninguna y creáis que son aburridas os diré que ese tópico no siempre se cumple.
Duran unos 40 minutos y en ese tiempo hay cabida para un montón de cosas: rezar, escuchar, meditar, observar, cantar, pedir perdón, dar las gracias…y llevar a cabo uno de los rituales que más me gustan a mí: dar la paz, lo que implica regalar sonrisas, besos, abrazos y apretones de mano a tus semejantes. No es que sea yo, precisamente, una derrochadora de ninguno de esos símbolos pero poseo una anécdota que me condiciona a disfrutar muchísimo de ese instante concreto. Cuando tenía 13 años iba al templo cada Domingo sin excepción, no es que tuviese vocación religiosa, ni una fe ciega, ni la piedad hubiese anidado en mí, no; lo que ocurría era que había un niño que me hacía tilín. Él se colocaba a mi lado, así que a la hora de la paz yo aprovechaba para mirarle a los ojos, sonreírle y darle la mano, ¡qué momentazo! Ya sé que contado así parece una bobería pero a pesar de su simpleza es un recuerdo que perdurará en mi cabeza de por vida y que me permite deleitarme, más que a otros, del hecho de dar la mano.
Busca tu momento y revívelo, no importa que otros no lo entiendan, es fundamental para ti y eso lo hace especial.

No hay comentarios: