miércoles, 5 de septiembre de 2012

No os calléis

En multitud de ocasiones he perdido la oportunidad de decirle a un extraño lo mucho que me gustaban sus zapatos, su colonia, su sonrisa…
Con lo que nos gusta oír esas cosas de vez en cuando. Es el miedo a importunar, la vergüenza de admitir que algo nos complace, la distancia que marcan los desconocidos, el temor a una reacción que nos disguste…lo que impide que alabemos a nuestros congéneres. Pues se acabó. Voy a arreglar eso desde ya. La próxima vez que algo me agrade pienso comunicárselo a su dueño. Caminad cerca de mí y comprobad que cumplo el reto. ¡Requeteguapos!   

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