miércoles, 1 de febrero de 2012

¡Muack!

Deberes para casa: hay que dar más besos.
Vale ya, dejad de reíros, no pongáis esa cara de asombro. ¿¡Cínica!?
Qué no, permitid que me explique. Ya sé que como norma general, me defino anti besos.
Pero es que, según yo lo veo, hay besos y besos. Están los que se dan a los familiares, los que se dan a los amigos, los que se dan a los novios y los que le daría a Brad Pitt si lo tuviese delante. Ja, ja, ja. No, en serio.
Vivimos en un país en el que los saludos, las presentaciones y los besuqueos van en el mismo paquete. Y eso es lo que yo no comparto ¿repartir ósculos a diestro y siniestro, sin ton ni son, a desconocidos que nos acaban de presentar, futuros compañeros de trabajo, o gente que no te cae ni bien?, en mi opinión resta relevancia al gesto y lo desprestigia un poco.
Reivindico el formal apretón de manos para esos casos y los verdaderos, los que se dan con todo el afecto, los que te hacen sentir bien y los que consiguen que te tiemblen las piernas, para el resto de las ocasiones.

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