martes, 3 de abril de 2012

Hábitos

Escribía Rosa Regás en su libro Azul que: “No hay más que tomar el autobús en otra parada y a una hora distinta para que cambie el rostro de la ciudad en que vivimos”.
Es cierto, sobre todo en una villa chiquita como esta. La rutina es algo que forma parte de nuestro día a día, nos acompaña, nos mantiene en un lugar seguro e invariable. A mí no me gusta lo más mínimo. Intento luchar contra ella pero no siempre consigo vencerla. El truco para evitar que una jornada sea igual a la siguiente está en modificar las pequeñas prácticas. Por ejemplo: no ir al trabajo por el mismo camino, salir de casa con unos minutos de diferencia, renovar la ropa, el peinado, la colonia…cada cierto tiempo, frecuentar tiendas, museos o locales nuevos, visitar barrios que hace mucho que no pisamos, descubrir parques, edificios, o rincones que han evolucionado desde la última vez que estuvimos en ellos. No se necesita un esfuerzo muy grande, cualquier alteración en nuestro devenir será un triunfo. Y así impediremos que nos invada la apatía de la costumbre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una sugerencia más y que tiene la inspiración en tu comentario de ayer: CAMBIAR DE BANCO.