miércoles, 26 de septiembre de 2012

Amapola

Hace unos 26 años, mi prima Laura y yo compartimos unas vacaciones de verano muy especiales. Nos fuimos a vivir una temporada con nuestra abuela; sin padres; las tres solas. En medio de ese lapso de tiempo estaba programado que ella tomase su primera Comunión. Hubo una gran fiesta. Recuerdo muchas cosas de ese día, de los anteriores y de los sucesivos. Anécdotas muy bonitas, llenas de emotividad y cariño, sin trascendencia para cualquiera que no sea yo y que permanecerán en mi memoria a pesar del tiempo que hace que pasaron. Pero hay una, en concreto, que guardo con mucho celo. Sucedió al terminar el banquete. El cura (amigo de la familia) que había oficiado la ceremonia, se puso de pie y nos dedicó esta preciosa canción a todos los presentes.
Fue la primera vez que la oí y me impresionó tanto que se quedó grabada para siempre en mi cabeza. Ahora, cuando la escucho, rememoro todas esas vivencias y sonrío. 


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